El Cierre Festivo de Septiembre: Día de San Miguel Arcángel

Aunque el calendario marca que las Fiestas Patrias han concluido oficialmente con el desfile del 16 de septiembre, en la región del Lago de Pátzcuaro el ambiente festivo nunca se apaga; solo cambia de motivo. Entre el 23 y el 29 de septiembre, los barrios y comunidades retoman la actividad para celebrar a San Miguel Arcángel, cerrando el mes con broche de oro.

El “Segundo Aire” de Septiembre

Es fascinante ver la transición: mientras el resto del país vuelve a la normalidad, aquí te encontrarás con que los adornos tricolores dan paso a las flores y a la cera. Es una celebración que se siente más íntima, lejos de las multitudes turísticas del “Grito”, permitiéndote vivir la auténtica vida de barrio.

Dos Destinos, Una Devoción

Esta festividad se vive intensamente en dos puntos vecinos:

1. En Pátzcuaro: La fiesta se concentra en el tradicional Barrio de San Miguel. Aquí la celebración es muy local; verás a los vecinos organizando novenarios, kermeses y “mañanitas” en su capilla. Es la oportunidad perfecta para que camines por calles que quizá no recorrerías en una visita turística normal, descubriendo el Pátzcuaro de los patzcuarenses.
2. En Quiroga: A solo 20 minutos, la actividad comercial se mezcla con la devoción. Quiroga también celebra al Arcángel con música de banda y quema de pirotecnia, ofreciendo una atmósfera vibrante donde siempre hay espacio para unas buenas carnitas después de la misa.

La Semana Cultural (23-28) y el Día Grande (29)

La actividad comienza desde el día 23 con eventos culturales y religiosos, pero ten en cuenta que el clímax es el 29 de septiembre, el mero día del Santo.

• Lo que verás: Procesiones pequeñas, danzas de Moros o Viejitos en los atrios y la infaltable música de viento que acompaña a las imágenes.

Nuestra Recomendación: Si tu visita coincide con finales de septiembre, no pienses que “llegaste tarde” a la fiesta. Acércarte al Barrio de San Miguel en Pátzcuaro o visita Quiroga por la tarde. Es el momento ideal para disfrutar de un atole caliente y ver cómo la fe de la gente mantiene viva la alegría, despidiendo septiembre entre cohetes y repiques de campana.