TEMPLO Y HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS: FE Y SANACIÓN

El recinto donde la arquitectura renacentista, el arte sacro y la medicina han convivido por más de tres siglos.

En una ciudad llena de historia como Pátzcuaro, hay esquinas que guardan relatos de profunda humanidad. El conjunto del Templo y Hospital de San Juan de Dios es uno de ellos. Ubicado a pocas cuadras de la Plaza Grande, este sitio no es solo un lugar de culto, sino el testimonio vivo de la vocación hospitalaria que ha caracterizado a la ciudad desde tiempos de Don Vasco de Quiroga.

Te invitamos a recorrer sus pasillos y descubrir sus tesoros.

Capítulo 1: La Llegada de los Juaninos (1672)

La historia comienza en 1672, cuando los religiosos de la orden hospitalaria de San Juan de Dios (conocidos como “juaninos”) fundaron su conjunto conventual en Pátzcuaro. Su misión era clara: curar el cuerpo y salvar el alma. Durante casi dos siglos, este fue el epicentro de la salud pública en la región, administrado por frailes que mezclaban la oración con la medicina de la época.

Capítulo 2: Un Mecenas y el Agua (Siglo XVIII)

A mediados del siglo XVIII, el complejo vivió su época dorada gracias a Don Pedro de Ibarra, un prominente y acaudalado vecino de la ciudad. Ibarra no solo dejó una fuerte cantidad de dinero y varias fincas para el mantenimiento del hospital, sino que financió una obra de ingeniería vital: la introducción del sistema de agua al establecimiento, garantizando la higiene y el servicio para los enfermos de la época.

Capítulo 3: Metamorfosis Arquitectónica (1841)

El edificio que vemos hoy es un diálogo entre estilos.

• El Templo: Aunque su origen es barroco, fue sometido a una reparación mayor en 1841, adoptando el estilo neoclásico que imperaba en el siglo XIX. Su planta es de cruz latina.

• El Hospital: A diferencia del templo, la portada del antiguo hospital conservó su estilo barroco sencillo, manteniendo la esencia original de su fundación.

• La Joya Oculta: Presta atención a la puerta de acceso al claustro; es considerada una de las obras de estilo renacentista más bellas que existen en la ciudad, un detalle que a menudo pasa desapercibido para el visitante apresurado.

Capítulo 4: Tesoros de Arte Sacro

El interior del templo es un museo de fe. Históricamente, albergaba retablos de madera dorada, un sagrario con puertas de plata y un Cristo de bronce. Aunque el tiempo ha cambiado la decoración, el recinto resguarda piezas de incalculable valor:

1. El Cristo de Pasta de Caña (Siglo XVI): Es la pieza central de la devoción. Una imagen elaborada con la técnica indígena ancestral de pasta de caña de maíz (Tatzingueni), ligera y dramática, que ha sobrevivido más tiempo que el propio edificio.

2. La Herencia de San Agustín: Cuando se secularizaron los bienes eclesiásticos, muchas pinturas que adornaban la sacristía del Ex Convento de San Agustín (hoy Biblioteca Pública, vecina del Teatro Emperador) fueron trasladadas a este templo para su protección.

3. Lienzos Históricos: Se conservan óleos importantes, destacando uno que representa a las dos figuras columnares de la orden: el Papa y San Francisco de Asís. Además, el templo está enriquecido con notables figuras de santos tallados en madera.

Capítulo 5: La Secularización y el Hospital Dr. Gabriel García

La historia dio un giro en 1860, cuando las Leyes de Reforma decretaron que los juaninos dejaran la atención del hospital. Sin embargo, la vocación del edificio no murió.

Ya en el siglo XX, el recinto pasó a ser el Hospital General “Dr. Gabriel García”.

• Dato de conexión: ¿Recuerdas el Teatro Emperador Caltzontzin? Fue precisamente para sostener a este hospital que el gobierno federal arrendó el teatro en 1939.

Hoy en día, el hospital subsiste con otros recursos y se sustenta bajo una Asociación Civil que lleva el mismo nombre, manteniendo viva la llama de la curación en el mismo sitio desde hace 350 años.