
Dirección
Portal Matamoros, Centro, 61600, Pátzcuaro, Michoacán, México.
GPS
19.513528576676, -101.60825994663
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La Casa del Gigante: El Enigma de Argamasa y la Huella de Humboldt
El Misterio del Soldado Caminando por el Portal de Matamoros (contiguo al Portal Chaparro), la mirada del visitante se detiene inevitablemente ante una curiosidad arquitectónica única en la Plaza Grande. En la planta alta del edificio, sosteniendo visualmente la estructura, se encuentra la figura de un “Gigante”: una escultura de un soldado realizada en argamasa y policromada.
¿Quién es y por qué está ahí? Su significado sigue siendo un enigma. El investigador Gabriel Silva Mandujano, en su obra “La casa barroca de Pátzcuaro”, describe al personaje con un rostro de largos bigotes y corte de pelo a la moda del siglo XVII. Su mirada, dirigida hacia la escalera, parece tener la función de “intimidar al recién llegado”.
Más allá de interpretaciones bélicas, su presencia revela que el constructor original, Don Antonio de Cabrera (un rico comerciante y regidor del siglo XVIII), poseía no solo riqueza, sino un sentido del humor y excentricidad suficientes para ornamentar su palacio con esta figura tan inusual como artística.
Arquitectura Señorial (Antigua Mansión de los Condes de Menocal) Conocida también como la Mansión de los Condes de Menocal, la casa es una joya del barroco civil. Sus arcos de medio punto, sus elegantes columnas de estilo corintio y la perfecta conservación de su patio interior la convierten en una de las fincas más bellas de la ciudad. Fue edificada a principios del siglo XVIII, reflejando el auge comercial de Pátzcuaro en aquella época.
Un Huésped Ilustre: Alexander von Humboldt (1803) Esta casa guarda en sus muros el eco de una de las mentes más brillantes de la historia. En septiembre de 1803, durante su legendaria expedición por América, el barón Alexander von Humboldt se hospedó en esta mansión.
El célebre científico prusiano, considerado el padre de la geografía moderna, llegó a Pátzcuaro con un objetivo claro: estudiar y visitar el Volcán El Jorullo (en la zona de La Huacana), una maravilla geológica que había nacido apenas unas décadas antes.
Humboldt no fue un viajero común. Sus exploraciones, comparables a las de Darwin en impacto, abarcaron desde la botánica hasta la climatología. Fue él quien miró a México con nuevos ojos, dejando frases que resuenan hasta hoy:
“La Naturaleza para mí no son sólo fenómenos objetivos, sino un espejo del espíritu del hombre”.
Hospedarse o visitar la ciudad donde durmió Humboldt conecta al viajero con esa tradición de exploración romántica y científica del siglo XIX.
